Fanfic: Dragon Ball GT por Mutaito
Publicado: Sab Ene 19, 2019 8:43 pm
por Arwen
Llevo bastante tiempo alejado del mundillo fanfic. Y a raíz de que en el subforo de Dragon Ball el tema haya salido a colación últimamente, me he animado a probar a ver qué salía. Ha salido el primer capitulillo, que espero que guste a la gente que lo lea (soy consciente de que el subforo tiene pocos usuarios, pero bueh)
Capítulo 1: Legado.
Capítulo 1: Legado.
Spoiler:
La tarde caía cercana al ocaso. El azul prístino y etéreo que el mar ofrecía durante el día comenzaba a dar paso al festival de ocres y violetas que teñía las aguas al caer el sol, señal que las partidas de pescadores isleños habían aprendido a interpretar como el fin de su jornada. El mar siempre había estado muy ligado a la tradición y la cultura de los archipiélagos del sur. Sus pobladores lo veneraban por sus dones y lo respetaban por sus peligros. No obstante, desde hacía unos años, faenar por la noche se había convertido en algo imposible. Multitud de fenómenos extraños sucedían al amparo de la oscuridad; fogonazos de luz sacudían el cielo y hacían hervir las aguas, provocando olas capaces de hacer desaparecer una isla entera.
Nadie en los mares del sur tenía respuesta para la naturaleza de aquellos fenómenos; los brujos de los poblados sostenían que se trataba de la cólera de Kamisama; científicos de la Capital del Sur habían acudido a la zona e investigado la actividad tectónica en busca de algún volcán submarino, pero no quedaba ninguno activo por aquella zona. Nadie en los mares del sur sabía del héroe que quince años atrás había acabado por el monstruo Bu y se había instalado desde hacía cinco en aquellas islas, cogiendo bajo su tutela a un muchacho de la zona. Ninguno conocía a Son Goku.
Como cada noche, Ub, un muchacho de piel oscura y rasgos afables, había acostado a sus hermanos pequeños y se preparaba para una nueva sesión de entrenamiento con su maestro. Su vida había cambiado radicalmente desde el día que se presentase al Gran Torneo de Artes Marciales, hacía ya cinco años. Son Goku le había enseñado a luchar y había ayudado a su familia a salir adelante sin pedir nada a cambio, algo que él nunca podría dejar de agradecerle. Sin embargo, aquella noche, su maestro estaba distinto. Apenas había abierto la boca durante el día, se había negado a jugar con sus hermanos y había permanecido abstraído en sus pensamientos con una expresión radiante en el rostro. Ub sólo lo había visto así el día que lo conoció.
- Maestro – Ub se acercó al saiyano, que permanecía sentado en un peñasco cercano a la choza de su familia – Es la hora.
Son Goku abrió los ojos y se puso en pie, sacudiéndose el polvo del gi de entrenamiento y mirándolo fijamente.
- ¿Maestro?
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos?
El muchacho alzó una ceja en un gesto de desconcierto.
- ¡Claro! ¿Cómo iba a olvidarlo? Aquel fue el mejor día de mi vida.
- ¿Recuerdas lo que te dije aquel día? – Sus ojos brillaban con un entusiasmo febril – El motivo por el que comencé a entrenarte.
- Debía proteger la Tierra de cualquier amenaza – Respondió el muchacho, meditabundo – Y cuando fuese lo bastante fuerte usted quería… - En ese momento dio un respingo - ¡No puede ser!
Goku asintió y bajó de un salto, aterrizando junto al chico y poniendo una mano en su hombro. Ub había crecido mucho en los últimos cinco años, aunque todavía era considerablemente más bajo que su maestro.
- Han pasado ya cinco años desde que empecé a entrenarte y desde entonces no has dejado de sorprenderme. Ahora te has convertido en un hombre y ya no tengo nada más que enseñarte.
Ub enrojeció y agachó la cabeza.
- No diga eso… Aún no soy tan fuerte como usted, ni en broma.
- Quizá no. O Quizá ni tú mismo seas consciente del enorme poder que albergas en tu interior. En cualquier caso ¿Estás preparado para concederme la revancha que llevo tanto tiempo esperando?
El joven tardó unos instantes en responder. Siempre que su maestro le contaba la historia de su nacimiento, le parecía estar oyendo un cuento de hadas. Todo aquello del monstruo que se había reencarnado en él se le antojaba imposible. Sin embargo ¿Qué razón tenía el maestro Goku para haberse inventado algo así? De algún sitio tenía que venir su enorme fuerza natal.
- Está bien – Concedió, intentando aparentar más seguridad de la que sentía en realidad - ¿Lucharemos en alguna isla cercana?
- No. Había pensado un sitio más adecuado para nuestro encuentro – Sin soltar el hombro del chico, Goku se llevó los dedos índice y corazón de la mano derecha a la frente – Guarda silencio un momento.
El saiyano cerró los ojos y permaneció inmóvil unos segundos. Ub tragó saliva, había experimentado el shunkanido varias veces a lo largo de su entrenamiento, incluso había tratado de ponerlo en práctica, pero no lograba acostumbrarse al efecto. Antes de querer darse cuenta, estaba flotando sobre un mar de nubes doradas sobre el que cruzaba un sinuoso camino de piedra. Echó un vistazo a su alrededor, aquellas nubes le hicieron pensar en Kinton, a la que llevaba varios años sin llamar. Sin embargo, el enorme edificio que se hallaba a su espalda llamó poderosamente su atención.
- ¿Qué es este sitio? – Preguntó, reparando en una fila interminable de pequeñas llamas que avanzaban con lentitud hacia el interior del edificio.
- No tiene importancia – Respondió el maestro, sin apartar los dedos de su frente – Sólo estamos de paso.
Acto seguido, Ub volvió a notar terreno sólido bajo sus pies. Acababan de llegar a una interminable pradera cubierta de césped y salpicada por árboles solitarios. Habría pensado que estaban de vuelta en la Tierra de no ser por el violeta del cielo.
Dos individuos, sentados en un tronco cercano, giraron sus cabezas al unísono al verlos. Uno era enorme, con la piel liliácea y una frondosa melena nívea cayéndole sobre los hombros; el otro, un anciano consumido por la edad, medio calvo y con un bigote de cepillo. Ambos tenían las orejas enormes y lucían atuendos extravagantes.
- ¿Goku? – El más grande se puso en pie y fue a recibirlos. Al reparar en Ub, se quedó mirándolo con interés - ¿Qué hacéis aquí? ¿Ha pasado algo en la Tierra?
- ¡Kaiô Shin, Abuelo! ¡Cuánto tiempo sin veros! - Goku le estrechó la mano al más joven e inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto al anciano, al cual no parecía gustarle la forma en la que lo había llamado – Quería presentaros a Ub. Él es…
El anciano carraspeó, levantándose con esfuerzo.
- Sabemos quién es. Lo he seguido de cerca desde el día que nació – Se acercó a Ub, escudriñándolo de arriba a abajo - ¿Te ha dado algún problema?
- Ehmm… no. Ub es un buen chico ¿Verdad? – Le preguntó, despeinándolo con la mano – Tiene un corazón puro y ganas de probarse a sí mismo.
- Y sin embargo, es una alteración del curso natural de los acontecimientos – Observó el anciano – Le dije a Enma que no era una buena idea y aun así… en fin, supongo que ya está hecho. Sé a lo que vienes, pero no cuentes conmigo.
- ¿Por qué? Venga abuelo… No sea así… Seguro que usted puede ver, incluso mejor que yo, el enorme poder que alberga en su interior ¿No cree que es una pena dejarlo así?
- No voy a ser partícipe de esto. La gente a tu alrededor lleva demasiado tiempo haciendo lo que le da la gana y alterando el devenir del universo a su antojo. Me niego a liberar semejante poder en tiempos de paz sólo para satisfacer tus caprichos.
Ub permanecía en silencio, tratando de captar el significado de aquella conversación. Estaba claro que a aquel viejo no le gustaba, y no tenía claro por qué ¿Tendría algo que ver con su vida anterior? ¿Le habría hecho el monstruo Bu algo a aquella gente? Y lo que era más importante ¿Qué quería su maestro de ellos? Se moría de ganas por preguntar, pero sabía que en aquel momento lo mejor era permanecer en silencio.
Goku y el viejo Kaiô Shin continuaron discutiendo durante un rato. El maestro intentó negociar con el anciano de mil y una maneras, pero éste se mantuvo inflexible en su negativa. Finalmente, Goku terminó por claudicar.
- Está bien – remugó, visiblemente decepcionado – Pero al menos, déjenos combatir aquí, como la última vez.
El viejo frunció el ceño y se quedó en silencio, pensativo.
- Antepasado mío – El más grande se decidió a intervenir – Creo que aquí causarán menos daños que en cualquier sitio en el que luchen. Ni la Tierra, ni ningún otro planeta aguantaría la contienda.
Finalmente, el anciano gruño y se cruzó de brazos, volviendo a sentarse en el suelo.
- Está bien – Concedió.
- ¡Gracias! – Goku pareció recuperar parte de su entusiasmo.
- ¡Procura no dejarlo todo como la última vez! – Le reprendió éste.
Ambos se alejaron volando de la zona. Durante el trayecto, Ub reparó en la belleza de aquel lugar. Había inmensos bosques brillando como esmeraldas bajo una luz brumosa y etérea, todos ellos regados por infinidad de riachuelos que recorrían la interminable llanura, como las venas por un cuerpo. El chico reparó en la presencia de un enorme cráter que la hierba aún no había cubierto del todo. Goku sonrió al verlo.
- Lucharemos aquí – Señaló el maestro, descendiendo con rapidez. Ub lo siguió y ambos aterrizaron frente a frente – Aquí fue donde luché contra el monstruo Bu, hace ya quince años. Aquí fue donde te maté – Ub tragó saliva al escuchar aquellas palabras.
Después del estiramiento, ambos se saludaron y se cuadraron en pose de ataque. Tras unos segundos estudiándose, Goku le guiñó un ojo.
- Allá voy.
El saiyano se lanzó a toda velocidad a por él. A pesar del miedo, Ub lo había visto moverse así demasiadas veces como para no ser capaz de anticiparse a él. Sabía que en el último momento, cambiaría de dirección con el shunkanido y lo atacaría desde otro ángulo, pero ¿Desde cuál?
Movido por el instinto, el chico lanzó un golpe a su derecha, acertando de pleno en la cara del saiyano y haciéndolo rodar por el suelo.
- ¡Maestro! – Al ver a Goku en el suelo, el chico corrió a ayudarlo - ¿¡Está bien!?
Goku aprovechó para lanzar una patada baja desde el suelo, demasiado lenta para los reflejos del muchacho, que la esquivó sin esfuerzo.
- ¡Fantástico! – Goku se levantó, limpiándose la sangre de la barbilla – ¡Has logrado esquivarla aún con la guardia baja!
- Usted… no está luchando en serio… Ni siquiera se ha transformado en supersaiyano.
Goku se echó a reír, alejándose de él con un salto.
- Si lo hubiese hecho, ya te habría derrotado – Le espetó – Estás más preocupado por no hacerme daño que por disfrutar de la lucha. Por un momento, me has recordado a mi hijo mayor. Fluye… déjate llevar y golpea con todas tus fuerzas.
El maestro frunció el ceño y se transformó en supersaiyano. Ub comprobó cómo la suavidad de sus rasgos desaparecía al tiempo que su energía crecía exponencialmente.
- Ataca.
Ub cerró los ojos y acompasó su respiración. Hacer aquello siempre le requería un gran esfuerzo. Pero sabía que no tenía otra forma de igualar a su maestro, ahora que estaba en ese estado.
- ¡Kaio Ken… – La energía comenzó a fluir por todo su cuerpo, enervando sus músculos y tensando su cuerpo - …Multiplicado por diez!
El chico se lanzó a por su maestro, descargando una lluvia de golpes que éste logró detener con relativo esfuerzo. Ambos intercambiaban golpes con fiereza y aparentemente a la par. Ub sabía que aquella paridad era una cuestión temporal. El Kaio Ken acabaría pasándole factura y Goku lo tendría en su poder, de modo que, intentando acabar el combate lo más rápido posible, logró derribarlo de una patada y aprovechó para ascender al cielo, lanzando una ráfaga de ataques de energía.
La tierra tembló y por un momento, Ub temió haber dañado el núcleo del planeta. No obstante, al disiparse la nube de polvo, apenas había hecho un pequeño agujero en el suelo. Goku estaba de pie en el centro, con la ropa desgarrada y cubierto de polvo, pero intacto. El saiyano ascendió hasta ponerse a su misma altura.
- Ya te he dicho que no te contengas – Le pidió, esta vez con más rudeza – Este lugar aguantará, hagas lo que hagas ¡Lucha en serio!
La energía del maestro lo golpeó directamente en la cara, proyectándolo hacia atrás. Antes de tener tiempo de rehacerse, Goku apareció a su espalda y le conectó una patada al costado, elevándolo a cientos de metros de altura. El dolor hizo que se le saltasen las lágrimas, pero aún así, el chico logró incorporarse en el aire antes de que Goku volviese a alcanzarlo.
- ¡Kame… Hame… - Ub dejó que su maestro se acercase. Sabía que, a menos que lo lanzase a bocajarro, éste esquivaría el Kamehameha. Debía esperar hasta el último momento.
Goku lanzó el puño, desapareciendo a pocos centímetros de la cara de Ub y apareciendo a su espalda. El chico se anticipó y lanzó el Kamehameha en la dirección correcta. La onda de choque sacudió el cielo y se perdió en la inmensidad del espacio. Pero no acertó. Goku había vuelto a cambiar de ángulo y le propinó un rodillazo en la espalda, conectándolo con una segunda patada que lo hizo estrellar contra el suelo.
- Buscaba en ti un adversario – Dijo al aterrizar junto al maltrecho muchacho – Veo que te he sobreestimado ¡Mírate! Apenas puedes seguirme el ritmo.
Ub se puso en pie con esfuerzo, tenía la espalda magullada y el gi se le había destrozado al caer. Pero nada comparado con el dolor de su orgullo. Sabía de sobra que no tenía el nivel para enfrentarse a su maestro ¿Por qué éste se había empeñado en luchar con él? Era demasiado pronto.
- Aún no estoy preparado… - Logró mascullar entre jadeos.
- ¡Tonterías! – Goku parecía decepcionado - Si después de todos estos años no has aprendido, nunca lo harás ¡Ataca!
- Ka… Kaiô…
Antes de poder activar la técnica. Goku se lanzó contra él, propinándole un gancho en la boca del estómago. Ub se desplomó de rodillas, regando el suelo con su propia sangre.
- ¡¡Ataca!! – Repitió Goku. Ub nunca lo había visto tan fuera de sí. No parecía la misma persona amable y comprensiva que lo había entrenado durante tantos años ¿Qué le pasaba?
Aprovechando que estaba de rodillas, Goku volvió a golpearlo, clavándolo al suelo. Multitud de patadas y pisotones siguieron a ese primer golpe. Ub empezaba a perder el conocimiento, cada golpe lo hería más y más en su orgullo. De seguir así, aquel tipo violento lo mataría. Fue entonces cuando la rabia se apoderó de él. Ese ya no era su maestro, sólo un monstruo deseoso de lucha, que estaba dispuesto a eliminarle si no le daban lo que quería. Lo había criado todos estos años con el único propósito de satisfacer sus ansias de sangre, y si quería sangre, iba a tenerla.
Henchido de ira, el muchacho desapareció, justo antes de que el saiyano volviese a clavar su talón en su espalda. Apareció detrás de él y le acertó un fortísimo puñetazo en un lateral de la cabeza. Goku salió despedido decenas de metros, estrellándose contra una elevación rocosa, que se hizo añicos al contacto con su cuerpo.
Ub jadeaba, no por el dolor de los golpes, que apenas sentía, sólo notaba una rabia incontrolable fluyendo desde el interior de su ser. Una rabia que lo impulsaba a destrozar a aquel tipo.
Con un alarido, se lanzó a por él, descargando golpes con una velocidad y una fuerza increíbles. Goku apenas podía responder. Por cada golpe que lograba detener, Ub le lanzaba dos más. El chico lo mandó a volar de una patada, elevándolo por los aires y envió una nueva ráfaga de energía, esta vez con todas fuerzas. Goku no tuvo tiempo de apartarse y la recibió de lleno. Cayendo al suelo pesadamente.
- ¡¿Esto era lo que querías?! – Gritó Ub, mientras el saiyano trataba de ponerse en pie, tosiendo sangre y agarrándose el hombro.
- Exactamente.
El saiyano volvió a cuadrarse y su grito hendió el aire. Ub sintió cómo la energía de Goku volvía a aumentar. Aquello iba mucho más allá de lo que nunca había experimentado; nunca había visto a su maestro acumular tanto poder. Su cuerpo brillaba, rodeado de chispas que danzaban furiosas a su alrededor, y en su rostro se reflejaba la misma muerte.
- ¡¿Qué estás haciendo?! – Preguntó el chico - ¡Nunca había visto esa transformación!
- El supersaiyano que ha superado el límite del supersaiyano – El maestro volvía a sonreír, pero no era la sonrisa cálida de siempre – A ver qué tal te las apañas ahora.
Instintivamente, Ub retrocedió un paso. La energía de Goku emanaba una hostilidad mucho mayor a la de antes, pero no podía acobardarse, sabía que si lo hacía, estaría muerto.
- Kaio ken ¡Multiplicado por veinte! – Un dolor lacerante sacudió todas las células de su cuerpo. Aquel era más poder del que podía controlar, justo lo que necesitaba en ese momento.
Los dos volvieron a chocar. Ub apenas sabía lo que hacía, sólo descargaba golpes de manera aleatoria, ignorando los que Goku le propinaba. En ese momento, los dos golpearon la cara del otro al mismo tiempo, saliendo despedidos varios metros hacia atrás.
El chico se rehízo un instante antes que su oponente y cargó ambas manos en el costado. Goku también hizo lo mismo.
- ¡¡¡Kame… Hame… HAAAAA!!!! – Las dos ráfagas de energía chocaron, quedándose suspendidas en equilibrio. Ub gritaba con todas sus fuerzas, intentando imponerse al poder de Goku.
Tras unos instantes, las fuerzas comenzaron a fallarle. El cuerpo le dolía demasiado como para poder seguir manteniendo el Kaio Ken. En un último movimiento a la desesperada, el chico proyectó todas sus fuerzas en un último empujón. Sólo logró ver su Kamehameha imponerse al de Goku antes de perder el conocimiento.
El contacto de algo cálido contra su cuerpo fue lo primero que notó al despertar. Estaba tumbado sobre un suelo duro y liso, un niño pequeño, con la piel verde, se hallaba a su lado, apoyando sus manitas contra su pecho.
- ¿Neke? – Ub se incorporó de golpe, estaba en el Palacio de Kamisama.
- Ya está curado – Dijo el niño con timidez, corriendo a refugiarse junto a su padre, que en ese momento estaba arrodillado, curando a Goku.
- Bien hecho, hijo – Dende le acarició la cabeza con una mano.
Goku estaba sentado en el suelo, tenía un brazo completamente destrozado y numerosas heridas por todo el cuerpo, pero sonreía. Volvía a mostrar la sonrisa de siempre. Piccolo permanecía de pie a su lado, mirando la escena con gesto impertérrito. Poco a poco, las heridas del saiyano se cerraron y la piel volvió a cubrirlas, en menos de un minuto, éste estaba completamente curado.
- Gracias, Dende – Dijo, poniéndose de pie.
Goku se acercó a Ub y se arrodilló a su lado. Ub se alejó de él.
- Perdona por todo lo de antes – Le dijo, volviendo a despeinarle – Parece que no has cambiado tanto desde la vez que nos conocimos. Sigo teniendo que tocar la cuerda adecuada para que encuentres la motivación para luchar.
- ¿Cómo? ¿Era todo mentira? – Ub se sentía molesto por el engaño, aunque también le aliviaba el comprobar que Goku seguía siendo como siempre.
- Cuando te enfureces, alcanzas un poder increíble – Reconoció su maestro – Y ni siquiera eres consciente de ello. Tienes que aprender a controlar ese poder y usarlo a voluntad, cuando lo logres, serás más fuerte que yo. Neke, ven un momento.
El pequeño namekiano miró a su padre, y este asintió, instándole a que fuese. El niño se acercó a ellos con paso inseguro.
- La ropa de Ub está destrozada ¿Sabes cómo hacer una nueva? – El pequeño asintió – Perfecto, quiero que…
Goku se acercó al oído del pequeño y le susurró algo. Piccolo y Dende sonrieron.
- Entendido.
El niño volvió a poner sus manitas sobre el cuerpo de Ub y al instante, apareció un gi de color naranja, con muñequeras, cinturón, camiseta y botas azules. Ub miró su ropa nueva, fijándose en el símbolo que tenía bordado en el pecho.
- ¿Protección? – Preguntó el chico.
- A partir de hoy, serás el encargado de proteger la Tierra de cualquier amenaza.
Nadie en los mares del sur tenía respuesta para la naturaleza de aquellos fenómenos; los brujos de los poblados sostenían que se trataba de la cólera de Kamisama; científicos de la Capital del Sur habían acudido a la zona e investigado la actividad tectónica en busca de algún volcán submarino, pero no quedaba ninguno activo por aquella zona. Nadie en los mares del sur sabía del héroe que quince años atrás había acabado por el monstruo Bu y se había instalado desde hacía cinco en aquellas islas, cogiendo bajo su tutela a un muchacho de la zona. Ninguno conocía a Son Goku.
Como cada noche, Ub, un muchacho de piel oscura y rasgos afables, había acostado a sus hermanos pequeños y se preparaba para una nueva sesión de entrenamiento con su maestro. Su vida había cambiado radicalmente desde el día que se presentase al Gran Torneo de Artes Marciales, hacía ya cinco años. Son Goku le había enseñado a luchar y había ayudado a su familia a salir adelante sin pedir nada a cambio, algo que él nunca podría dejar de agradecerle. Sin embargo, aquella noche, su maestro estaba distinto. Apenas había abierto la boca durante el día, se había negado a jugar con sus hermanos y había permanecido abstraído en sus pensamientos con una expresión radiante en el rostro. Ub sólo lo había visto así el día que lo conoció.
- Maestro – Ub se acercó al saiyano, que permanecía sentado en un peñasco cercano a la choza de su familia – Es la hora.
Son Goku abrió los ojos y se puso en pie, sacudiéndose el polvo del gi de entrenamiento y mirándolo fijamente.
- ¿Maestro?
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos?
El muchacho alzó una ceja en un gesto de desconcierto.
- ¡Claro! ¿Cómo iba a olvidarlo? Aquel fue el mejor día de mi vida.
- ¿Recuerdas lo que te dije aquel día? – Sus ojos brillaban con un entusiasmo febril – El motivo por el que comencé a entrenarte.
- Debía proteger la Tierra de cualquier amenaza – Respondió el muchacho, meditabundo – Y cuando fuese lo bastante fuerte usted quería… - En ese momento dio un respingo - ¡No puede ser!
Goku asintió y bajó de un salto, aterrizando junto al chico y poniendo una mano en su hombro. Ub había crecido mucho en los últimos cinco años, aunque todavía era considerablemente más bajo que su maestro.
- Han pasado ya cinco años desde que empecé a entrenarte y desde entonces no has dejado de sorprenderme. Ahora te has convertido en un hombre y ya no tengo nada más que enseñarte.
Ub enrojeció y agachó la cabeza.
- No diga eso… Aún no soy tan fuerte como usted, ni en broma.
- Quizá no. O Quizá ni tú mismo seas consciente del enorme poder que albergas en tu interior. En cualquier caso ¿Estás preparado para concederme la revancha que llevo tanto tiempo esperando?
El joven tardó unos instantes en responder. Siempre que su maestro le contaba la historia de su nacimiento, le parecía estar oyendo un cuento de hadas. Todo aquello del monstruo que se había reencarnado en él se le antojaba imposible. Sin embargo ¿Qué razón tenía el maestro Goku para haberse inventado algo así? De algún sitio tenía que venir su enorme fuerza natal.
- Está bien – Concedió, intentando aparentar más seguridad de la que sentía en realidad - ¿Lucharemos en alguna isla cercana?
- No. Había pensado un sitio más adecuado para nuestro encuentro – Sin soltar el hombro del chico, Goku se llevó los dedos índice y corazón de la mano derecha a la frente – Guarda silencio un momento.
El saiyano cerró los ojos y permaneció inmóvil unos segundos. Ub tragó saliva, había experimentado el shunkanido varias veces a lo largo de su entrenamiento, incluso había tratado de ponerlo en práctica, pero no lograba acostumbrarse al efecto. Antes de querer darse cuenta, estaba flotando sobre un mar de nubes doradas sobre el que cruzaba un sinuoso camino de piedra. Echó un vistazo a su alrededor, aquellas nubes le hicieron pensar en Kinton, a la que llevaba varios años sin llamar. Sin embargo, el enorme edificio que se hallaba a su espalda llamó poderosamente su atención.
- ¿Qué es este sitio? – Preguntó, reparando en una fila interminable de pequeñas llamas que avanzaban con lentitud hacia el interior del edificio.
- No tiene importancia – Respondió el maestro, sin apartar los dedos de su frente – Sólo estamos de paso.
Acto seguido, Ub volvió a notar terreno sólido bajo sus pies. Acababan de llegar a una interminable pradera cubierta de césped y salpicada por árboles solitarios. Habría pensado que estaban de vuelta en la Tierra de no ser por el violeta del cielo.
Dos individuos, sentados en un tronco cercano, giraron sus cabezas al unísono al verlos. Uno era enorme, con la piel liliácea y una frondosa melena nívea cayéndole sobre los hombros; el otro, un anciano consumido por la edad, medio calvo y con un bigote de cepillo. Ambos tenían las orejas enormes y lucían atuendos extravagantes.
- ¿Goku? – El más grande se puso en pie y fue a recibirlos. Al reparar en Ub, se quedó mirándolo con interés - ¿Qué hacéis aquí? ¿Ha pasado algo en la Tierra?
- ¡Kaiô Shin, Abuelo! ¡Cuánto tiempo sin veros! - Goku le estrechó la mano al más joven e inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto al anciano, al cual no parecía gustarle la forma en la que lo había llamado – Quería presentaros a Ub. Él es…
El anciano carraspeó, levantándose con esfuerzo.
- Sabemos quién es. Lo he seguido de cerca desde el día que nació – Se acercó a Ub, escudriñándolo de arriba a abajo - ¿Te ha dado algún problema?
- Ehmm… no. Ub es un buen chico ¿Verdad? – Le preguntó, despeinándolo con la mano – Tiene un corazón puro y ganas de probarse a sí mismo.
- Y sin embargo, es una alteración del curso natural de los acontecimientos – Observó el anciano – Le dije a Enma que no era una buena idea y aun así… en fin, supongo que ya está hecho. Sé a lo que vienes, pero no cuentes conmigo.
- ¿Por qué? Venga abuelo… No sea así… Seguro que usted puede ver, incluso mejor que yo, el enorme poder que alberga en su interior ¿No cree que es una pena dejarlo así?
- No voy a ser partícipe de esto. La gente a tu alrededor lleva demasiado tiempo haciendo lo que le da la gana y alterando el devenir del universo a su antojo. Me niego a liberar semejante poder en tiempos de paz sólo para satisfacer tus caprichos.
Ub permanecía en silencio, tratando de captar el significado de aquella conversación. Estaba claro que a aquel viejo no le gustaba, y no tenía claro por qué ¿Tendría algo que ver con su vida anterior? ¿Le habría hecho el monstruo Bu algo a aquella gente? Y lo que era más importante ¿Qué quería su maestro de ellos? Se moría de ganas por preguntar, pero sabía que en aquel momento lo mejor era permanecer en silencio.
Goku y el viejo Kaiô Shin continuaron discutiendo durante un rato. El maestro intentó negociar con el anciano de mil y una maneras, pero éste se mantuvo inflexible en su negativa. Finalmente, Goku terminó por claudicar.
- Está bien – remugó, visiblemente decepcionado – Pero al menos, déjenos combatir aquí, como la última vez.
El viejo frunció el ceño y se quedó en silencio, pensativo.
- Antepasado mío – El más grande se decidió a intervenir – Creo que aquí causarán menos daños que en cualquier sitio en el que luchen. Ni la Tierra, ni ningún otro planeta aguantaría la contienda.
Finalmente, el anciano gruño y se cruzó de brazos, volviendo a sentarse en el suelo.
- Está bien – Concedió.
- ¡Gracias! – Goku pareció recuperar parte de su entusiasmo.
- ¡Procura no dejarlo todo como la última vez! – Le reprendió éste.
Ambos se alejaron volando de la zona. Durante el trayecto, Ub reparó en la belleza de aquel lugar. Había inmensos bosques brillando como esmeraldas bajo una luz brumosa y etérea, todos ellos regados por infinidad de riachuelos que recorrían la interminable llanura, como las venas por un cuerpo. El chico reparó en la presencia de un enorme cráter que la hierba aún no había cubierto del todo. Goku sonrió al verlo.
- Lucharemos aquí – Señaló el maestro, descendiendo con rapidez. Ub lo siguió y ambos aterrizaron frente a frente – Aquí fue donde luché contra el monstruo Bu, hace ya quince años. Aquí fue donde te maté – Ub tragó saliva al escuchar aquellas palabras.
Después del estiramiento, ambos se saludaron y se cuadraron en pose de ataque. Tras unos segundos estudiándose, Goku le guiñó un ojo.
- Allá voy.
El saiyano se lanzó a toda velocidad a por él. A pesar del miedo, Ub lo había visto moverse así demasiadas veces como para no ser capaz de anticiparse a él. Sabía que en el último momento, cambiaría de dirección con el shunkanido y lo atacaría desde otro ángulo, pero ¿Desde cuál?
Movido por el instinto, el chico lanzó un golpe a su derecha, acertando de pleno en la cara del saiyano y haciéndolo rodar por el suelo.
- ¡Maestro! – Al ver a Goku en el suelo, el chico corrió a ayudarlo - ¿¡Está bien!?
Goku aprovechó para lanzar una patada baja desde el suelo, demasiado lenta para los reflejos del muchacho, que la esquivó sin esfuerzo.
- ¡Fantástico! – Goku se levantó, limpiándose la sangre de la barbilla – ¡Has logrado esquivarla aún con la guardia baja!
- Usted… no está luchando en serio… Ni siquiera se ha transformado en supersaiyano.
Goku se echó a reír, alejándose de él con un salto.
- Si lo hubiese hecho, ya te habría derrotado – Le espetó – Estás más preocupado por no hacerme daño que por disfrutar de la lucha. Por un momento, me has recordado a mi hijo mayor. Fluye… déjate llevar y golpea con todas tus fuerzas.
El maestro frunció el ceño y se transformó en supersaiyano. Ub comprobó cómo la suavidad de sus rasgos desaparecía al tiempo que su energía crecía exponencialmente.
- Ataca.
Ub cerró los ojos y acompasó su respiración. Hacer aquello siempre le requería un gran esfuerzo. Pero sabía que no tenía otra forma de igualar a su maestro, ahora que estaba en ese estado.
- ¡Kaio Ken… – La energía comenzó a fluir por todo su cuerpo, enervando sus músculos y tensando su cuerpo - …Multiplicado por diez!
El chico se lanzó a por su maestro, descargando una lluvia de golpes que éste logró detener con relativo esfuerzo. Ambos intercambiaban golpes con fiereza y aparentemente a la par. Ub sabía que aquella paridad era una cuestión temporal. El Kaio Ken acabaría pasándole factura y Goku lo tendría en su poder, de modo que, intentando acabar el combate lo más rápido posible, logró derribarlo de una patada y aprovechó para ascender al cielo, lanzando una ráfaga de ataques de energía.
La tierra tembló y por un momento, Ub temió haber dañado el núcleo del planeta. No obstante, al disiparse la nube de polvo, apenas había hecho un pequeño agujero en el suelo. Goku estaba de pie en el centro, con la ropa desgarrada y cubierto de polvo, pero intacto. El saiyano ascendió hasta ponerse a su misma altura.
- Ya te he dicho que no te contengas – Le pidió, esta vez con más rudeza – Este lugar aguantará, hagas lo que hagas ¡Lucha en serio!
La energía del maestro lo golpeó directamente en la cara, proyectándolo hacia atrás. Antes de tener tiempo de rehacerse, Goku apareció a su espalda y le conectó una patada al costado, elevándolo a cientos de metros de altura. El dolor hizo que se le saltasen las lágrimas, pero aún así, el chico logró incorporarse en el aire antes de que Goku volviese a alcanzarlo.
- ¡Kame… Hame… - Ub dejó que su maestro se acercase. Sabía que, a menos que lo lanzase a bocajarro, éste esquivaría el Kamehameha. Debía esperar hasta el último momento.
Goku lanzó el puño, desapareciendo a pocos centímetros de la cara de Ub y apareciendo a su espalda. El chico se anticipó y lanzó el Kamehameha en la dirección correcta. La onda de choque sacudió el cielo y se perdió en la inmensidad del espacio. Pero no acertó. Goku había vuelto a cambiar de ángulo y le propinó un rodillazo en la espalda, conectándolo con una segunda patada que lo hizo estrellar contra el suelo.
- Buscaba en ti un adversario – Dijo al aterrizar junto al maltrecho muchacho – Veo que te he sobreestimado ¡Mírate! Apenas puedes seguirme el ritmo.
Ub se puso en pie con esfuerzo, tenía la espalda magullada y el gi se le había destrozado al caer. Pero nada comparado con el dolor de su orgullo. Sabía de sobra que no tenía el nivel para enfrentarse a su maestro ¿Por qué éste se había empeñado en luchar con él? Era demasiado pronto.
- Aún no estoy preparado… - Logró mascullar entre jadeos.
- ¡Tonterías! – Goku parecía decepcionado - Si después de todos estos años no has aprendido, nunca lo harás ¡Ataca!
- Ka… Kaiô…
Antes de poder activar la técnica. Goku se lanzó contra él, propinándole un gancho en la boca del estómago. Ub se desplomó de rodillas, regando el suelo con su propia sangre.
- ¡¡Ataca!! – Repitió Goku. Ub nunca lo había visto tan fuera de sí. No parecía la misma persona amable y comprensiva que lo había entrenado durante tantos años ¿Qué le pasaba?
Aprovechando que estaba de rodillas, Goku volvió a golpearlo, clavándolo al suelo. Multitud de patadas y pisotones siguieron a ese primer golpe. Ub empezaba a perder el conocimiento, cada golpe lo hería más y más en su orgullo. De seguir así, aquel tipo violento lo mataría. Fue entonces cuando la rabia se apoderó de él. Ese ya no era su maestro, sólo un monstruo deseoso de lucha, que estaba dispuesto a eliminarle si no le daban lo que quería. Lo había criado todos estos años con el único propósito de satisfacer sus ansias de sangre, y si quería sangre, iba a tenerla.
Henchido de ira, el muchacho desapareció, justo antes de que el saiyano volviese a clavar su talón en su espalda. Apareció detrás de él y le acertó un fortísimo puñetazo en un lateral de la cabeza. Goku salió despedido decenas de metros, estrellándose contra una elevación rocosa, que se hizo añicos al contacto con su cuerpo.
Ub jadeaba, no por el dolor de los golpes, que apenas sentía, sólo notaba una rabia incontrolable fluyendo desde el interior de su ser. Una rabia que lo impulsaba a destrozar a aquel tipo.
Con un alarido, se lanzó a por él, descargando golpes con una velocidad y una fuerza increíbles. Goku apenas podía responder. Por cada golpe que lograba detener, Ub le lanzaba dos más. El chico lo mandó a volar de una patada, elevándolo por los aires y envió una nueva ráfaga de energía, esta vez con todas fuerzas. Goku no tuvo tiempo de apartarse y la recibió de lleno. Cayendo al suelo pesadamente.
- ¡¿Esto era lo que querías?! – Gritó Ub, mientras el saiyano trataba de ponerse en pie, tosiendo sangre y agarrándose el hombro.
- Exactamente.
El saiyano volvió a cuadrarse y su grito hendió el aire. Ub sintió cómo la energía de Goku volvía a aumentar. Aquello iba mucho más allá de lo que nunca había experimentado; nunca había visto a su maestro acumular tanto poder. Su cuerpo brillaba, rodeado de chispas que danzaban furiosas a su alrededor, y en su rostro se reflejaba la misma muerte.
- ¡¿Qué estás haciendo?! – Preguntó el chico - ¡Nunca había visto esa transformación!
- El supersaiyano que ha superado el límite del supersaiyano – El maestro volvía a sonreír, pero no era la sonrisa cálida de siempre – A ver qué tal te las apañas ahora.
Instintivamente, Ub retrocedió un paso. La energía de Goku emanaba una hostilidad mucho mayor a la de antes, pero no podía acobardarse, sabía que si lo hacía, estaría muerto.
- Kaio ken ¡Multiplicado por veinte! – Un dolor lacerante sacudió todas las células de su cuerpo. Aquel era más poder del que podía controlar, justo lo que necesitaba en ese momento.
Los dos volvieron a chocar. Ub apenas sabía lo que hacía, sólo descargaba golpes de manera aleatoria, ignorando los que Goku le propinaba. En ese momento, los dos golpearon la cara del otro al mismo tiempo, saliendo despedidos varios metros hacia atrás.
El chico se rehízo un instante antes que su oponente y cargó ambas manos en el costado. Goku también hizo lo mismo.
- ¡¡¡Kame… Hame… HAAAAA!!!! – Las dos ráfagas de energía chocaron, quedándose suspendidas en equilibrio. Ub gritaba con todas sus fuerzas, intentando imponerse al poder de Goku.
Tras unos instantes, las fuerzas comenzaron a fallarle. El cuerpo le dolía demasiado como para poder seguir manteniendo el Kaio Ken. En un último movimiento a la desesperada, el chico proyectó todas sus fuerzas en un último empujón. Sólo logró ver su Kamehameha imponerse al de Goku antes de perder el conocimiento.
El contacto de algo cálido contra su cuerpo fue lo primero que notó al despertar. Estaba tumbado sobre un suelo duro y liso, un niño pequeño, con la piel verde, se hallaba a su lado, apoyando sus manitas contra su pecho.
- ¿Neke? – Ub se incorporó de golpe, estaba en el Palacio de Kamisama.
- Ya está curado – Dijo el niño con timidez, corriendo a refugiarse junto a su padre, que en ese momento estaba arrodillado, curando a Goku.
- Bien hecho, hijo – Dende le acarició la cabeza con una mano.
Goku estaba sentado en el suelo, tenía un brazo completamente destrozado y numerosas heridas por todo el cuerpo, pero sonreía. Volvía a mostrar la sonrisa de siempre. Piccolo permanecía de pie a su lado, mirando la escena con gesto impertérrito. Poco a poco, las heridas del saiyano se cerraron y la piel volvió a cubrirlas, en menos de un minuto, éste estaba completamente curado.
- Gracias, Dende – Dijo, poniéndose de pie.
Goku se acercó a Ub y se arrodilló a su lado. Ub se alejó de él.
- Perdona por todo lo de antes – Le dijo, volviendo a despeinarle – Parece que no has cambiado tanto desde la vez que nos conocimos. Sigo teniendo que tocar la cuerda adecuada para que encuentres la motivación para luchar.
- ¿Cómo? ¿Era todo mentira? – Ub se sentía molesto por el engaño, aunque también le aliviaba el comprobar que Goku seguía siendo como siempre.
- Cuando te enfureces, alcanzas un poder increíble – Reconoció su maestro – Y ni siquiera eres consciente de ello. Tienes que aprender a controlar ese poder y usarlo a voluntad, cuando lo logres, serás más fuerte que yo. Neke, ven un momento.
El pequeño namekiano miró a su padre, y este asintió, instándole a que fuese. El niño se acercó a ellos con paso inseguro.
- La ropa de Ub está destrozada ¿Sabes cómo hacer una nueva? – El pequeño asintió – Perfecto, quiero que…
Goku se acercó al oído del pequeño y le susurró algo. Piccolo y Dende sonrieron.
- Entendido.
El niño volvió a poner sus manitas sobre el cuerpo de Ub y al instante, apareció un gi de color naranja, con muñequeras, cinturón, camiseta y botas azules. Ub miró su ropa nueva, fijándose en el símbolo que tenía bordado en el pecho.
- ¿Protección? – Preguntó el chico.
- A partir de hoy, serás el encargado de proteger la Tierra de cualquier amenaza.